Escuadrón 201 |
Casi un siglo después de una amarga derrota a manos de los Estados Unidos, México envió una fuerza militar para luchar contra las potencias del Eje junto a las fuerzas militares de EU en la Segunda Guerra Mundial.
Esta fue la primera vez que México envió personal de combate al extranjero y también la primera vez que ambos países enfrentaron una amenaza común. El papel protagónico le tocó a la Fuerza Aérea Mexicana (FAM). Sus pilotos suministraron apoyo aéreo en la liberación de las Filipinas y volaron en misiones de largo alcance sobre Formosa, ganándose el respeto y los elogios del Comandante de las Fuerzas Aliados en el Teatro del Pacífico, General Douglas MacArthur, en adición a que recibieron condecoraciones de los EU, México y Filipinas.
En la década de 1930 México sufrió los efectos de la Gran Depresión y de los eventos políticos y militares de la época que arrojarían a la humanidad a las llamas de la WW2. Ante esto, México sabía que la defensa hemisférica sería una cuestión vital. La amenaza bélica se produjo en un momento difícil, cuando ambos países estaban luchando para lograr la recuperación económica tras la depresión. Inclusive, las relaciones entre ambas naciones se habían agravado por la nacionalización de los recursos del petróleo de parte los EU y por razón de que México temía a la intervención norteamericana en suelo azteca si México parecía incapaz de defenderse contra un ataque por parte de las potencias del Eje.
Las relaciones entre los ejércitos de las naciones, sin embargo, eran menos tensas que las existentes entre sus políticos, pues los oficiales de la FAM mantuvieron el diálogo con los representantes del Ejército de EU y realizaron esfuerzos para adquirir aviones estadounidenses ante la inminencia de la Segunda Guerra Mundial.
Escuadrón 201 |
Al igual que el Cuerpo Aéreo del Ejército de los EU en la década de 1930, la Fuerza Aérea Mexicana era una división pequeña del ejército mexicano con financiación insuficiente. Sus misiones incluían reconocimiento, apoyo aéreo, correo aéreo y cartografía. A pesar de que disponía de unidades tácticas, la FAM no disponía de aviones de caza modernos. A esto se suma el hecho de que México no tenía industria aeronáutica nacional, por lo que cualquier avión capaz de enfrentar un ataque enemigo tendría que ser importado de los Estados Unidos.
El 13 de mayo de 1942, un petrolero mexicano fue torpedeado por un submarino alemán, matando a 13 tripulantes. Una protesta presentada por el gobierno mexicano ante el gobierno de Alemania fue respondida con el hundimiento de un segundo buque. Cuando Alemania se negó a indemnizar a México, el presidente Manuel Avila Camacho declaró la guerra a las potencias del Eje.
Aunque motivado por la tragedia, la entrada de México en la guerra en realidad resultó beneficiosa para el país en algunos aspectos. Primeramente, la población de México se unió y apoyó el esfuerzo de guerra. En segundo lugar, el gobierno recibió con beneplácito los envíos de aviones de EU, incluyendo los bombarderos Douglas A-24B Banshee (SBD Dauntless) y los B-25 Mitchell y Consolidated PBY Catalinas. Aunque las autoridades militares mexicanas se mostraron agradecidas por los aviones que recibieron de los Estados Unidos, cualquier plan de enviar personal mexicano para luchar contra una nación beligerante en el extranjero parecía irreal al principio, debido a que iba en contra de la tradición y la política interna.
Calentando los motores |
Una de las prioridades más apremiantes para el gobierno mexicano era la defensa costera. Por ello, unidades adicionales de patrullaje costero se activaron y las misiones de escolta de navíos tanqueros se intensificaron. Los esfuerzos dieron resultados. El 5 de julio de 1942, el Mayor Luis Noriega Medrano, pilotando un AT-6 Texan, bombardeó el submarino alemán U-129 en el Golfo de México, ocasionándole daños al U boat.
En abril de 1943 el Presidente Franklin D. Roosevelt se reunió con el Presidente Ávila Camacho en Monterrey para convencer a México de participar en la guerra ofensivamente. El Presidente mexicano no quiso hacer compromisos al principio, pero pronto decidió que México debía luchar agresivamente junto a los Aliados. El 13 de noviembre, Avila Camacho declaró que México estaba dispuesto a tomar la ofensiva con la condición de que sus fuerzas sirvieran en un sector definido bajo el mando de México. La Constitución mexicana establece que para participar en una guerra, el Presidente necesita obtener el permiso del Senado y el apoyo del pueblo. Siendo un ex general del ejército, el Presidente Ávila Camacho sabía que el ejército no estaba preparado, pero también creía que una unidad aérea táctica podía ser preparada rápidamente.
Para vender la idea a la opinión pública, el Presidente ordenó a la FAM que organizara una exhibición aérea. Cerca de Ciudad México, el 5 de marzo de 1944, más de 100 mil capitalinos observaron como los AT-6’s y A-24B’s atacaron una base enemiga simulada con munición viva. El espectáculo fue un éxito impresionante y poco después el Presidente declaró que México debía luchar y que la FAM llevaría a la nación al conflicto.
Insignia del Escuadrón 201 |
Un grupo de entrenamiento especial se formó en la Ciudad de México, compuesto de especialistas y expertos elegidos en un proceso de reclutamiento competitivo. El grupo se componía de 300 soldados y oficiales de todas las ramas de las fuerzas armadas, incluyendo 38 de los mejores pilotos. Como comandante del grupo se escogió al Coronel Antonio Cárdenas Rodríguez, conocido por sus vuelos de buena voluntad sobre América Latina, quien también había volado misiones de combate en el Norte de África con el Grupo 97 de Bombardeo de los EU y estaba bien relacionado con altos funcionarios estadounidenses, incluyendo al General Jimmy Doolittle de la Fuerza Aérea del Ejército de EU.
El personal del grupo era tan diverso como lo eran sus especialidades. Los voluntarios vinieron del Río Grande, de la frontera con Guatemala, de las ciudades grandes y también de las pequeñas. Ramiro Gamboa Bastarrochia vino del estado de Yucatán; Pedro Martínez de la Concho, un mecánico, era oriundo de Baja California; el operador de radio Pedro Ramírez Corona era de la aldea costera de Colima; Miguel Alcantar Torres, un paracaidista con experiencia de combate con el ejército estadounidense en Casablanca, Bizerta y Sicilia, recibió una baja honorable del Ejército de los EU para integrarse; Joaquín Ramírez Vilchis, un piloto descendiente de una familia prominente de la Ciudad de México, quien había comandado una unidad de caballería en Jalisco, se unió al grupo. Todos estaban ansiosos de servir con las fuerzas élite de la FAM.
El 20 de julio de 1944, en el Campamento Militar de Balbuena, el nuevo grupo pasó revista ante el Presidente Avila, quien los envió a los Estados Unidos para entrenamiento de combate. En la despedida les recordó que sus hermanos de la República de Brasil estaban luchando en Italia y que de ser necesario las fuerzas del FAM pudieran ser asignadas a combatir en ese país. Concluyó el presidente invitando a todo el personal a expresar sus deseos.
Ávila Camacho se sorprendió, sin duda, cuando, según el historiador Dennis Cavagnaro, un soldado en las filas traseras dio dos pasos hacia adelante, con elegancia saludó y dijo en voz alta y clara: "Mi Presidente, yo soy el Cabo Angel Bocanegra del Castillo, y solicito que se construya una escuela en mi pueblo de Tepoztlán, Morelos. Hoy en día, la escuela construida todavía subsiste y sigue en pie en ese hermoso pueblo de montaña.
Después de la revisión y las ceremonias, los jóvenes pilotos y el personal de tierra se despidieron de sus familias en medio de las lágrimas y el canto de las tradicionales "Golondrinas", antes de subir a un tren especial. El 26 de julio, los hombres llegaron a Nuevo Laredo, en la frontera de Texas. La ciudad celebró la llegada y la despedida de la primera unidad de combate en la historia que saldría del país en una misión de combate. Las cámaras de televisión capturaron las ceremonias. Fueron trasladados a la Base Aérea Randolph del Ejército de EU en San Antonio. El personal fue separado de acuerdo a su especialidad y se les envió a diferentes bases para adiestramiento. Los pilotos fueron a Victoria, Texas, para ser entrenados en el uso de los Curtiss P-40 Warhawks.
Su siguiente destino fue Pocatello, Idaho. Allí, en octubre, los pilotos se reunieron con personal de tierra y comenzaron a entrenar como una unidad. Los pilotos fueron adiestrados en el manejo de los Thunderbolts Republic P-47D. Los mecánicos le tomaron cariño a esos aviones caza, llamándoles "Pe-Cuas," abreviatura de P-47 en español. Una unidad especial, denominada como Sección I, fue diseñada para entrenar a los mexicanos y fue comandada por el Capitán Paul Miller, un militar que había crecido en el Perú y hablaba español. De apenas 24 años, Miller había sido funcionario de la Embajada de EU en México. Su prioridad fue la seguridad de los pilotos y la preparación para el combate. Como resultado, se aplicó la disciplina rigurosamente, lo que garantizó el éxito de los aviadores de México.
Con la llegada del invierno, el mal tiempo y las temperaturas bajas limitaron las formaciones de vuelo y se retrasó el entrenamiento. Un cambio de estación fue solicitado por el Coronel Cárdenas y el 27 de noviembre la unidad se mudó a Greenville, Texas, al noreste de Dallas. Allí, los pilotos se ajustaron a un itinerario intensivo, e incorporaron tácticas de ataque aire a tierra, combate aéreo, acrobacias avanzadas, instrumentos de vuelo, navegación y la formación y el vuelo a gran altitud. Sus P-47Ds eran aeronaves de última generación, equipados con dos turbocompresores que podían superar los 40,000 pies de elevación y con capacidad de vuelo en picada que se acercaba a la barrera del sonido. Las capacidades del P-47D eran intoxicantes para los jóvenes pilotos, aunque también muy peligrosas.
Después de una tormenta ocurrida el 23 de enero de 1945, un joven Teniente Segundo, Cristoforo Salido Grijalva, intentó despegar de una pista de rodaje no pavimentada por equivocación. Las advertencias de la torre no fueron acatadas, por lo que el avión se volcó antes de despegar. Desafortunadamente, el P-47 terminó invertido y el joven oficial quedó atascado en la cabina, ahogándose en el lodo antes de que pudiera ser rescatado. Evidentemente, la muerte de Salido fue un golpe duro para la unidad.
Personal de tierra |
La moral se deterioró aún más por la discriminación que los pilotos mexicanos encontraron en la zona. Un rótulo sobre la calle principal del pueblo expresaba: "Bienvenidos a Greenville - La tierra más negra - Los habitantes más blancos”. Para agravar la situación, los pilotos se sorprendieron cuando se les negó servicio en un restaurante por su nacionalidad. No obstante, la preocupación más grave fue la de la disponibilidad de vivienda fuera de la base. De hecho, un incidente internacional se evitó a través de la intervención precipitada de los funcionarios de la base y los líderes cívicos del pueblo. Así, se consiguió alojamiento para los combatientes y las autoridades se comprometieron a tratar a las tropas mexicanas con cortesía.
En algunos casos, la exuberancia natural de los pilotos jóvenes los llevó a meterse en problemas. En un incidente notorio, el Teniente Reynaldo Pérez Gallardo voló su Thunderbolt a muy baja altitud en el centro del pueblo de Greenville para celebrar su reciente matrimonio. Se dice que la punta de las alas del avión estuvo cerca de impactar a varios edificios. La maniobra del Teniente Pérez le costó su estatus de piloto activo, aunque más tarde volvió a la unidad y fue parte de varias misiones de combate en las Filipinas.
Al final del año, la unidad estaba preparada para el inicio de las operaciones de combate. Hablando ante el Senado de México, el Presidente solicitó la autoridad para enviar tropas al exterior. El Senado se la concedió y se designó la unidad como Fuerza Aérea Expedicionaria mexicana (FAEM). En lugar de enviar a la FAEM a Italia a unirse a la escuadra brasileña, el mandatario mexicano solicitó al Presidente Franklin D. Roosevelt unir a la 201 a las operaciones en Filipinas. Allí, dijo, la unidad podría ayudar a: "la liberación de un pueblo con el que compartimos la continuidad de idioma, historia y tradiciones."
El 22 de febrero de 1945, la nueva unidad recibió sus banderas de batalla en una ceremonia formal, con dos bandas y una salva de 21 cañonazos.
Los pilotos completaron su formación y entrenamiento con prácticas de tiro en Brownsville. No obstante, en la tarde del 10 de marzo, el teniente Javier Martínez Valle murió en un accidente de vuelo mientras se encontraba participando de un adiestramiento de combate en su P-47.
Formación del Escuadrón 201 |
El 27 de marzo los miembros de la FAEM abordaron el buque Fairisle en San Francisco, uniéndose a 1,500 tropas de EU. con destino a las Filipinas. El mareo y el temor a los ataques de los submarinos enemigos eran acompañantes continuos de los hombres a medida que el viaje avanzaba.
En el Fairisle se escuchaba el sonido de las guitarras que entonaban melodías mexicanas, mientras los soldados jóvenes jugaban a las cartas durante las noches de intenso calor. Mientras el navío se encontraba en alta mar, el General Douglas MacArthur le comunicó al Presidente Ávila Camacho su agradecimiento por contar con la unidad de combate mexicana.
El convoy entró en la bahía de Manila el 1 de mayo y fue recibido por el Comandante General George Kenney, en representación del General MacArthur, el Cónsul Honorario Alfredo Carmelo y otros funcionarios. Poco después, iniciaron una travesía por tren hasta la base de Porac, cerca de Clark Field.
Porac consistía de una pista de tierra construida en la selva, rodeada de colinas de baja altura. Por la noche, el fuego de armas de bajo calibre se podía oír y durante el día se escuchaba el sonido intermitente de la artillería golpeando al enemigo en retirada. Un campamento de prisioneros de guerra japonés acababa de ser liberado en la jungla cercana, por lo que los aviadores mexicanos fueron testigos de la condición física deteriorada de los prisioneros estadounidenses y filipinos.
Escuadrón 201 |
El Grupo Aéreo 58, al que Kenney había asignado al escuadrón mexicano, era una unidad llena de veteranos de la campaña de Nueva Guinea, integrado por tres escuadrones. A pesar de formar parte del Grupo 58, la unidad 201 operaría bajo el mando de México y ocupaba su propio espacio.
El 17 de mayo de 1945, la unidad 201 comenzó a volar misiones de combate con sus pilotos asignados a diferentes escuadrones con el propósito de ganar experiencia. Poco después, sin embargo, las Águilas Aztecas empezaron a volar sus misiones como una unidad. Sus objetivos iniciales fueron los edificios, vehículos y las concentraciones de artillería del enemigo en la cuenca de Marikina, al este de Manila, donde la 25 División de Infantería de EU estaba enfrentando una feroz resistencia.
Escuadrón 201 |
El escuadrón efectuaba cuatro vuelos diarios utilizando ocho pilotos cada uno. Al mando de las operaciones de vuelo estaba el Capitán Radamés Gaziola Andrad, un piloto veterano con 4,000 horas de vuelo. Los pilotos eran informados sobre los objetivos de la misión cada noche, de forma tal que estuvieran listos para la primera misión del día siguiente, que usualmente despegaba a las 8:00 de mañana. Después de la primera misión del día, los mecánicos, especialistas y armeros revisaban y rearmaban las aeronaves. La segunda misión despegaba alrededor de las 1300 horas.
El escuadrón pronto comenzó a volar misiones dirigidas por sus propios oficiales. El 1 de junio murió en una misión de combate el Segundo Teniente Fausto Vega Santander, el más joven piloto de la escuadra, por razones que al día de hoy no han podido ser esclarecidas.
Escuadrón 201 |
Sólo unos días después, otro piloto, el Teniente José Espinosa Fuentes, murió cuando su P-47 se estrelló en las inmediaciones de Floridablanca después del despegue. La causa fue reportada como una falla en el motor.
A lo largo de junio, la campaña para liberar a Luzón continuó a manos del Sexto Ejército de los EU, quien combatía al norte en dirección al valle de Cagayan, en la sierra central, donde el 14 Ejército del General japonés Tomoyuki Yamashita se negaba a rendirse. En estas circunstancias, el apoyo aéreo cercano fue crucial y como los combates se adentraron en las montañas, las misiones de la unidad 201 se concentraron en atacar a las tropas japonesas ocultas y las posiciones fortificadas en las proximidades de las fuerzas aliadas.
Los nuevos objetivos estaban cubiertos por la vegetación de la selva, por lo que eran prácticamente invisibles. Las montañas escarpadas, el mal tiempo y el fuego anti-aéreo tornaba las misiones de apoyo aéreo en unas altamente peligrosas.
Los pilotos mexicanos se lanzaron uno por uno, haciendo caso omiso del fuego anti-aéreo, para poder arrojar sus bombas de 1,000 libras, las cuales desgarraban la selva y levantaban escombros a menudo hasta una altura de 1,500 pies. A pesar de que estos bombardeos se efectuaron cerca de las posiciones aliadas, sorprendentemente, no se le atribuyen víctimas aliadas a los ataques de la unidad 201.
Piloto Rey Guillardo |
Cuando los blancos japoneses eran visibles, las Águilas Aztecas rápidamente se abalanzaban sobre su presa. El 17 de junio, en una misión en Payawan, en la sierra central, el Teniente Héctor Espinosa Galván, descubrió un convoy enemigo en uno de los caminos secundarios, por lo que ordenó a sus siete aviones atacarlo. Estando sobre el blanco, los aviadores mexicanos destruyeron varios vehículos con bombas y fuego de ametralladora. El enemigo respondió enérgicamente con fuego de armas ligeras y averió dos de los aviones.
A principios de julio, el 58 Grupo de Caza fue asignado a Okinawa en preparación a la invasión de Japón. La unidad 201 operaría desde Clark Field reforzada con los nuevos modelos P-47D-30. Además, se esperaban escuadrones mexicanos adicionales. Mientras tanto, los aviones fueron equipados con tanques de combustible auxiliares en las alas con el propósito de aumentar su alcance.
Temprano el 6 de julio, ocho Thunderbolts mexicanos despegaron de Clark con su carga máxima. Sobre Formosa, las Aguilas Aztecas mexicanas no encontraron rivales, por lo que todos los pilotos lograron regresar a salvo a Clark, excepto el teniente Pérez, quien tuvo que aterrizar en Lingayen por falta de combustible. Después de más de siete horas de tensión en el aire, los hombres tuvieron que ser asistidos para salir de sus cabinas.
Otras misiones se llevaron a cabo en julio. El día 16 de este mes el Teniente Espinosa Galván, volando en condiciones de mal tiempo, se quedó sin combustible justo antes de la isla de Biak y se vio obligado a amarizar. Su avión se hundió y al parecer no pudo escapar. Tres días más tarde, dos pilotos - el Capitán Pablo Rivas Martínez y el Teniente Guillermo García Ramos - volaron en una tormenta y se separaron. García fue rescatado de una isla dominada por el Ejército Japonés en un dramático rescate por la tripulación australiana de un Consolidated PBY. Rivas nunca fue encontrado. El 21 de julio, el Teniente Mario López Portillo despegó de la isla de Biak con un piloto americano. Llegaron a Luzón, pero el clima tormentoso motivó un error de navegación y el avión se estrelló contra una montaña.
El 8 de agosto las Águilas Aztecas regresaron a Formosa en una misión de bombardeo dirigido por el Teniente Amadeo Castro Almaza. Los aviones maniobraron a baja altitud cerca de la isla para evadir el radar enemigo. Cada piloto tenía las manos llenas, balanceando una bomba de 1,000 libras en el ala derecha con el tanque de combustible exterior casi vacío en el ala izquierda.
Pancho pistolas |
Cuando identificaron el blanco, un grupo de edificios cerca del puerto de Karenko, se inició el ataque. Tan pronto el Teniente Castro soltó su bomba, el P-47 se sacudió violentamente, debido a la pérdida repentina del equilibrio, ocasionando que el piloto se lastimara al chocar con la cabina. Tras recuperarse, el Teniente se comunicó por radio con sus compañeros para advertirles. La misión fue completada y los pilotos aterrizaron en aeropuertos alternos.
Dos días más tarde, el escuadrón mexicano voló su última misión, consistente en escoltar un convoy de la Marina de los EU con destino a Okinawa de los infames kamikaze japoneses.
En la noche del 26 de agosto, los hombres estaban viendo una película cuando el Capitán Gaziola repentinamente anunció a los jubilosos pilotos que la bomba atómica había sido arrojada y que Japón se había rendido.
Sesenta y cinco años han pasado desde la FAEM regresó de la guerra en las Filipinas. Sus hombres desfilaron victoriosos en la plaza nacional de la Ciudad de México en un día soleado en noviembre de 1945, presentaron su bandera de batalla y escucharon al Presidente Avila Camacho exaltar su labor ante el pueblo por radio, al describir su retorno como uno: “lleno de gloria, al completar su misión de manera brillante, siendo merecedores de la gratitud de nuestra gente”.
La bandera de combate de la unidad 201 descansa en un lugar de honor en el Museo Nacional de Historia.
Cinco de los pilotos se convirtieron en Generales de la FAM, y otros tuvieron distinguidas carreras en la aviación, los negocios y la academia. La participación de la FAEM ayudó a México a salir de su aislamiento y esto allanó el camino para acuerdos importantes entre México y los Estados Unidos.
A pesar de la importancia de sus logros, quizás el legado más significativo de la unidad 201 es el mejor entendimiento y cooperación alcanzado entre las gentes norteamericanas y mexicanas y el orgullo nacional y cultural que las Águilas Aztecas trajeron a su país.
Para conocer más/Fuentes:
http://latinamericanhistory.about.com/od/thehistoryofmexico/a/09mexicoww2.htm
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