General Gerd von Rundstedt |
El 10 de mayo 1940 las fuerzas Panzer
alemanas irrumpieron a través del bosque de las Ardenas en el cruce de las
fronteras franco-belga-alemana y se dirigieron al Canal Inglés, rodeando
durante el proceso a poco menos de medio millón de soldados aliados en el
proceso, entre ellos las únicas unidades móviles del ejército francés y toda la
Fuerza Expedicionaria Británica. Heinz Guderian, Comandante del Primer Cuerpo
Panzer, estaba sólo a unos veinte kilómetros de distancia de la ultima
oportunidad de escape cuando se le ordenó súbitamente que se detuviera. Las
razones para la orden de detenerse han permanecido en la penumbra hasta la
fecha, a pesar de que a Guderian se le informó que los alrededores de Dunkerque
eran demasiado pantanosos para sus blindados, dato que él sabía que era
simplemente falso, debido a sus visitas personales al frente. Cabe preguntarse,
¿Por qué se tomó la decisión de detenerse?; ¿Por qué esta decisión está rodeada
de controversia hasta este día?
Muchos piensan que la orden de
detención fue un gran error y que
las razones dadas para fundamentar la misma son solo excusas pensadas y
esgrimidas con posterioridad a los hechos, cuyo propósito es servir de
justificación para dicha orden. Lo cierto es que los británicos estuvieron muy
cerca de un desastre de magnitud impensable. Con los ejércitos de Gran Bretaña destruidos
o neutralizados sólo era cuestión de tiempo antes de que los británicos se vieran
obligados a aceptar un acuerdo humillante y de rodillas, el cual le hubiera
permitido a Hitler mantener la hegemonía sobre Europa.
II. Blitzkrieg y su aplicación
en Francia
Iniciemos este análisis
examinando la Batalla del Bolsillo de
Dunkerque para alcanzar su comprensión en el contexto de la campaña de
la que formaba parte. A lo largo de los años que precedieron la Gran Guerra, el
ejército alemán dedicó tiempo y recursos a la tarea de crear un plan que le
permitiese lograr la victoria en la próxima guerra europea que inevitablemente habría
de surgir. Fue el mejor soldado de Alemania, Heinz Guderian, el principal
promotor de la idea de una guerra de movimiento, más tarde llamada Blitzkrieg,
que había sido ignorada por los altos mandos de los ejércitos aliados. De
hecho, Liddell Hart desarrolló teorías similares a las de Guderian, las cuales fueron ignoradas
por el Estado Mayor de Gran Bretaña. Guderian propuso que los nuevos blindados
alemanes serían la solución al dilema estratégico de Alemania, que se había
manifestado en la forma de las guerras prolongadas de desgaste. Según la teoría
del Blitzkrieg, los tanques son agrupados en grandes unidades autosuficientes,
las cuales se concentran en el punto decisivo de la batalla, llamado
Schwerpunkt, donde se supone que superen las defensas del enemigo. En las
palabras de Guderian "nicht Klotzen kleckern". Desde allí los
blindados se mueven a la retaguardia del enemigo, neutralizando todos los
centros administrativos, logísticos y de mando sin pasar por los puntos de
resistencia del enemigo, los cuales quedan en manos de la infantería.
"La defensa de Dunkerque" |
La campaña alemana en el oeste
se inició el 10 de mayo de 1940, con un ataque de distracción en Bélgica y los
Países Bajos proveniente de las lentas fuerzas de infantería, que era una
repetición del Plan Schlieffin que había resultado en un fracaso espectacular durante
la Primera Guerra Mundial. Esto era exactamente lo que esperaban los aliados,
por lo que la Fuerza Expedicionaria Británica y el Primer Ejército Francés, que
eran los únicos elementos móviles de todos los ejércitos aliados en Francia, se
trasladaron a Bélgica para enfrentar la amenaza percibida. Los Panzers alemanes
surgieron de repente en el flanco aliado, flanqueando la Línea Maginot
francesa, lo que desestabilizó las fuerzas aliadas en Bélgica, las cuales se
dirigieron directamente a la costa, llegando el día 20, aislándose medio millón
de tropas.
III. Contraataque en Arras y
Repercusiones
No fue sino hasta el 22 de mayo
que los británicos fueron capaces de organizar un contraataque. En este día
unas cuantas docenas de tanques de infantería británicos (Mk I y II)
encabezaron el ataque en la retaguardia de la 7ma División Panzer del General
Erwin Rommel, ocasionando fuertes bajas. Rommel frenéticamente informó a
Rundstedt que estaba siendo atacado por cientos de tanques y rápidamente se
trasladó a contrarrestar la amenaza utilizando tanques y cañones antiaéreos,
siendo esto una violación a la estricta teoría del Blitzkrieg. Bajo el mando
directo de Rommel el asalto aliado fue repelido. Gerd von Rundstedt, Comandante
del Grupo de Ejércitos A, considerado un conservador de la Primera Guerra
Mundial, estaba muy desconcertado por el contraataque en Arras y, por temor a
más ataques por los flancos, especialmente desde el sur, emitió un informe a
Hitler notificando el suceso. Hitler, que estaba tan nervioso como Rundstedt,
tomó esto muy en serio. Las acciones de Rundstedt iban a tener consecuencias
incalculables sobre el comportamiento futuro de la campaña y en última
instancia el resultado de la guerra.
III. Halt Befehl
Allá para el 23 de mayo, las
tres divisiones Panzer del Panzerkorps de Guderian (1º, 2º y 10º) fueron derrotando
la resistencia aliada en Boulogne y Calais, dos de los tres puertos restantes disponibles
para una evacuación británica, y Guderian estaba preparando un asalto final
para tomar el último punto posible de salida para los maltrechos ejércitos
aliados en el Norte: Dunkerque. Los británicos recién habían terminado de
combatir contra el Grupo de Ejércitos B de Von Bock, y Guderian estaba más
cerca de Dunkerque que todo el ejército británico, y no había nada que se
interpusiera en su camino. Temprano el día 24, Hitler se presentó en la sede de
Von Rundstedt en un estado de colapso nervioso, exigiendo saber el pronóstico
de Rundstedt sobre la amenaza para el flanco sur donde el grueso del ejército
francés se mantuvo, y al menos sobre el papel, podría fácilmente abrumar al
estrecho “Corredor Panzer" que separaba a la mayor parte de Francia de sus
mejores ejércitos. Rundstedt pidió prudencia inmediata y sugirió a Hitler el
cese del avance hacia Dunkerque, permitiendo que los Panzers disfrutaran de un
día o dos de descanso y recuperación.
Guderian |
Al final del día 24 de mayo,
Guderian recibió un telegrama desde la sede de Rundstedt que decía: "Las
divisiones blindadas deben permanecer al alcance de la artillería mediana desde
Dunkerque. Solo se concede permiso para movimientos de reconocimiento y protección".
Ante esto, Guderian se quedó estupefacto, pues no se le dieron las razones de
la orden de detención. En principio, esta acción iba en contra de todo lo que él
creía como pionero del Blitzkrieg, ya que se había perdido el momentum. Guderian
continuó el avance de todos modos, tratando de cortar los aliados de la ciudad,
pero a la mañana siguiente un nuevo telegrama llegó respaldado por la autoridad
de Hitler diciendo que el avance no iba a continuar y ordenando el retiro a las líneas del frente de la
noche anterior. Es importante recordar que Guderian no sabía las razones de la
detención y presumió que había algún otro plan del cual no estaba conciente. A
pesar de los esfuerzos frenéticos de casi todos los oficiales de importancia en
el ejército alemán para que la orden fuera anulada, no fue sino hasta la noche
del 26 de mayo, finalmente, que Rundstedt autorizó la continuación del avance.
En este espacio aparentemente corto de tiempo, los británicos habían construido
un fuerte cordón defensivo que desafió todos los esfuerzos alemanes para
penetrar a raíz de la derogación de la orden. No fue hasta el 4 de junio que
los Panzers de Guderian llegaron al puerto desierto, justo a tiempo para ver
como los franceses se embarcaban en un sinnúmero de destructores en dirección a
Inglaterra, para luchar de nuevo otro día. Al final, 338,000 hombres fueron
sacados de las playas de Dunkerque, un número realmente sorprendente.
En ese momento, la mayoría pudo
identificar el "Milagro de Dunkerque", como los británicos rápidamente
lo bautizaron, como una catástrofe para los alemanes. Más tarde, casi todos los
generales alemanes de alguna manera catalogaban a Dunkerque como un desastre de
primera magnitud para Alemania, situándose al nivel de Túnez, Stalingrado y
Kursk, a pesar de que en el momento en que ocurrió se vio ensombrecido por la
victoria contra Francia. La opinión popular apoya abrumadoramente la idea de
que Hitler tomó la decisión por la única razón de que esperaba que sus
conocidos sentimientos de benevolencia hacia el pueblo británico fueran
reciprocados en la mesa de negociaciones. Sin embargo, y para la sorpresa de
muchos, los historiadores que se oponen al "Halt Befehl" y los que lo
apoyan están divididos casi por la mitad. Muchos de los que lo apoyan gozan de
mucha credibilidad debido a que han estudiado el tema de manera mucho más
amplia que la mayoría de los de la otra escuela de pensamiento. La pregunta
obligada en esta etapa es: ¿Podría la creencia popular ser incorrecta y Hitler
haber estado en lo correcto?
Evacuación de Dunkerque |
El autor principal de la escuela
en favor de la orden de cese es Len Deighton, quien ha escrito excelentes
libros sobre la Batalla de Inglaterra, la teoría del Blitzkrieg, y las primeras
campañas de la guerra. Es un escritor muy popular y considerado una autoridad
en la caída de Francia. Deighton es de la creencia de que la orden de detención
no fue un error y que era una orden perfectamente razonable cuando se
consideran todos los factores relevantes, tales como el deber de preservar los
tanques para las ofensivas más al sur y las marismas de Flandes. De hecho, los
pantanos de Flandes es uno de los principales argumentos utilizados por muchos
autores que suscriben este punto de vista. Dunkerque está en la misma región en
donde ocurrió la infernal Batalla de Passchendaele, que tuvo lugar en 1917, la
cual fue de tal magnitud que se dice que trenes enteros quedaron sumergidos en
el lodo y los soldados se ahogaron en masa antes de llegar al frente. El propio
Hitler había luchado en dicha batalla en 1917 y todavía tenía malos recuerdos
de ella. De acuerdo con Deighton, Hitler tenía miedo de que los Panzers pudieran
atascarse en el barro, ocasionando un gran número de bajas. A ello se debe el
que sus recuerdos de Passchendaele se unieran a los puntos de vista
conservadores de Rundstedt, con el consabido resultado que todos conocemos.
Otro escritor notable de esta
opinión es Nicolás Harman, quien escribió un libro llamado “Dunkerque: El mito
Patriótico”. Este autor afirma que Rundstedt es quien únicamente tiene la culpa de la orden de
detención, aunque en su opinión, esa era la decisión correcta. De hecho, él
cree que los alemanes tuvieron la suerte de mantener a los aliados atrapados en
Dunkerque, evitando fuertes pérdidas. En retrospectiva, dice Harman, es
evidente que los alemanes pudieron haber avanzado, pero sufriendo fuertes
bajas, las que pudieron poner en peligro la campaña en el sur de Francia.
"Al final ganó la prudencia", dice, al referirse al choque de
filosofías entre Rundstedt y Guderian. No obstante lo anterior, esta obra tiene
algunos defectos evidentes y por lo tanto su fiabilidad es limitada.
Según estos autores, Hitler no
podía arriesgar a sus preciados Panzers en las marismas de Flanders.
V. Los historiadores contra la
"Halt Befehl"
Heinz Guderian fue el general a
cargo de los Panzerkorps relegados a barrer la costa. En sus memorias,
Guderian escribe sobre sus
experiencias y afirma con toda convicción que el avance debió haber continuado,
teniendo en cuenta que absolutamente nada se interponía en su camino. Él estaba
en el campo entre el 22 y el 23 de mayo y afirmó que los temores de Hitler y
Rundstedt con respecto al lodo y los Panzers carecen de fundamento. Es
importante tener en cuenta que esta es la opinión de la única persona que en
realidad se encontraba en el frente y que pudo observar las condiciones allí.
El historiador Bevin Alexander,
autor de: "Cómo Hitler pudo haber ganado la Segunda Guerra Mundial: los
errores fatales que llevaron a la derrota de los nazis" evidentemente tiene
una opinión valiosa sobre el tema. Alexander opina que una de las mayores
oportunidades desperdiciadas para la victoria alemana se perdió al detener los
Panzers fuera de Dunkerque. De acuerdo con Alexander, Rundstedt tomó la
decisión lógica de detener el avance para descanso y recuperación, pero se
extendió innecesariamente y esto se tradujo en la fuga de la Fuerza
Expedicionaria Británica. De igual manera, la tesis de este autor asigna gran
parte de la culpa a Goering, quien garantizó a Hitler algo que no podía cumplir.
De hecho, Goering y la Luftwaffe tuvieron un papel determinante en el fiasco de
Dunquerke. Hermann Goering aseguró a Hitler que la Luftwaffe sería capaz de
aplastar cualquier intento de intervención de evacuación, por lo que el avance
de Guderian no era necesario. Esto tuvo el efecto de reforzar la creencia de
Hitler de que los blindados debían ser conservados para los ataques hacia el
sur.
Albert Kesselring estuvo a cargo
del Luftflotte a quien se le ordenó la tarea de destruir el Bolsillo de
Dunkerque. Su opinión sobre la orden de detención fue que era un error, al cual
responsabilizaba a Goering. Parece, sin embargo, que Kesselring no estaba
familiarizado con los detalles de la cadena de acontecimientos que antecedieron
la orden de cese (a Rundstedt no lo menciona). A lo anterior se debe que el Generalfeldmarschall siempre pensó que Hitler había ordenado la detención.
Sin embargo, es a Goering a quien le atribuye la culpa, al garantizarle al
Fuhrer que la Luftwaffe sería capaz de ganar una batalla de tierra desde el
aire. Kesselring afirma que Goering no le hizo caso a sus advertencias ni a las
del Jefe de Estado Mayor de la Luftwaffe (Hans Jeschonnek) de que la Luftwaffe
ya estaba sobrecargada y mal preparada para tratar de hundir los barcos que transportaron
a numerosos soldados.
Estos autores y otros, muestran
las deficiencias evidentes en las afirmaciones hechas por oficiales que no estaban presentes en el campo de batalla y que fueron
a su vez los que tomaron las decisiones durante el período comprendido entre
mayo 24-26. Es innegable que la orden de detención no estaba justificada
incluso cuando se examinan los argumentos de los partidarios de la misma desde
el punto de vista más favorable. Analicemos los argumentos a favor del cese en
detalle.
VI. Descanso y Recuperación
El principal argumento planteado
por los que apoyan las acciones de Rundstedt se reduce a afirmar que los
hombres de Guderian estaban cansados y que las fuerzas Panzer habían sufrido un
gran desgaste, por lo que requerían reposo y tiempo para reparar sus vehículos.
Uno de los proponentes de esta teoría fue tan lejos como para afirmar que la
detención después de llegar a la costa fue producto de la naturaleza teórica
del Blitzkrieg. No obstante, el propio Heinz Guderian fue el oponente más
ferviente del cese. Además, afirmar que los Panzers necesitaban un alto de 72
horas, por las razones mencionadas anteriormente, refleja una falta de
comprensión de los principios de la guerra acorazada. Los Panzers habían
sufrido en su mayoría problemas de
funcionamiento mecánico o daños de menor magnitud a causa de los ataques de la
infantería. Sólo una fracción de los vehículos eran pérdidas totales. Estos
vehículos ligeramente averiados podían ser fácilmente reparados en cuestión de
horas. De hecho, cuando la orden de cese se dio el día 24, la fuerza de los Panzers
ya había sido aumentada considerablemente, hasta casi el máximo de su fuerza, y
la mayoría de las operaciones pudieron haberse llevado a cabo el día 25,
incluyendo la captura del puerto de Dunkerque. En última instancia esto
significa que no era necesario un descanso de más de 24 horas, y mucho menos uno
de 72. Lo anterior fue violatorio de las reglas cardinales del Blitzkrieg, como
Guderian había previsto correctamente.
VII. Los posibles contraataques
El otro argumento principal que
se plantea a favor del cese es la amenaza planteada por el Ejército Frances por
el sur, posibilidad que recibió un énfasis especial de parte de Von Rundstedt a
Hitler. Si bien es cierto que, si los alemanes hubieran precipitado la
destrucción del bolsillo de Dunkerque los franceses hubieran tenido el tiempo
suficiente como para lanzar un contraataque con éxito, similar al de Arras, no
es menos cierto que los franceses hubieran necesitado un general talentoso con
la capacidad para percatarse de la oportunidad que la retaguardia alemana
presentaba, de haberse empantanado los blindados en los campos de los
alrededores de Dunkerque. Partiendo de la premisa de que un asalto a Dunkerque habría
requerido una o posiblemente dos divisiones Panzer, el Ejército Alemán todavía
habría contado con ocho o nueve divisiones en posición para responder a
cualquier ataque de los franceses durante el 25 o 26. A esto se añade que una
posible ofensiva francesa no sólo requería tiempo para prepararse, si no que
hubiera sido evidente para los aviones de reconocimiento de la Luftwaffe que patrullaban las zonas de
concentración. Además, los franceses contaban con muy pocos tanques en el sur
de Francia y simplemente habría sido cuestión de tiempo para que las divisiones
de infantería francesas, deficientes en el apoyo aéreo táctico y en armas
anti-tanque, fueran enfrentadas a Rommel, Reinhardt, Hoeppner o Kleist y sus Panzers.
VIII. Las Marismas de Flandes
Los campos que rodeaban
Dunkerque habían sido inundados por la lluvia de los días anteriores,
convirtiéndolos en una serie de ciénagas pantanosas. Esto, a su vez, pudo tener
el efecto de obligar a los Panzers de Guderian a permanecer en las calles angostas
del área donde podían ser fácilmente emboscados. Este es obviamente el mejor
argumento a favor de la orden de detenerse. Sin embargo, la pequeña distancia
de doce millas que separa a los blindados y el puerto era fácilmente superable,
en adición a que la tierra se había secado lo suficiente para el día 24 como
para soportar a los vehículos a campo traviesa. Incluso, si esto no fuera el
caso, el uso imaginativo de la infantería motorizada y de las unidades blindadas
en coordinación era el modus operandi de Guderian, por lo que fácilmente pudieron
superar cualquier unidad defensiva británica en los alrededores del pueblo,
mientras que la fuerza principal aliada tendría sus manos llenas con el Grupo
de Ejércitos B de Von Bock en el norte.
Evacuación de Dunkerque |
La mayoría de los historiadores apuntan
su dedo hacia Goering cuando se habla del responsable del escape de los
aliados. Fueron sus representaciones erróneas sobre las posibilidades de evitar
cualquier evacuación desde el aire las que llevaron a Hitler a error. Si Hitler
hubiera permitido al menos que una de las divisiones Panzer de Guderian
continuaran el ataque contra el puerto, es muy posible que éste habría caído
con relativa facilidad. Debido a la falta de caminos en realidad no había
necesidad de más tanques, ya que de seguro hubieran congestionado las calles de
Dunkerque, situación que se observó en el verano de 1942 cuando el Cuarta Ejército
Panzer de Hoth congestionó las vías que utilizaba el Sexto Ejército de Paulus
en torno al Don, lo que se tradujo en la desastrosa Batalla de Stalingrado. Por
su parte, Kesselring, Wolfram von Richtofen (primo del famoso Barón Rojo) y
Hans Jeschonnek, quienes que
estaban al mando en diferentes niveles de toda la Luftwaffe, se opusieron
vehementemente a la decisión y trataron de advertir a Goering del riesgo que su
pretensión suponía para la Luftwaffe. En fin, Goering no puede escapar su
culpa.
X. El fomento de una paz con
Gran Bretaña
El propio Hitler expresó más
tarde que él deliberadamente permitió a los británicos escapar, sabiendo que tenía
el poder para destruirlos, lo que presumiblemente los ingleses sabrían también.
Esta explicación por sí sola puede ser vista como una completamente absurda, o
de lo contrario Hitler no habría ordenado a la Luftwaffe impedir la evacuación mediante
el bombardeo de las playas y los barcos aliados. El hecho de que Goering afirmó
que la Luftwaffe "no dejaría piedra sobre piedra en Dunkerque"
ilustra sus intenciones con claridad suficiente. Esta es evidencia contundente para
descartar la teoría y las afirmaciones sobre la paz con Inglaterra.
XI. La cualificación de Rundstedt
y Hitler
A pesar de la ilustre reputación
de Rundstedt, resulta ser de gran interés el hecho de que prácticamente todos los
oficiales en una posición de autoridad en la Wehrmacht alemana se oponían a la
orden de detención por razones obvias, con las excepciones, por supuesto, de
Hitler, Goering y Rundstedt. Inclusive, Rundstedt todavía tuvo el atrevimiento de
rechazar las órdenes para continuar el avance, tanto de Halder, Jefe del Estado
Mayor, y de Brauchitsch, Comandante en Jefe del Ejército, escondiéndose detrás
de la autoridad de Hitler. Rundstedt fue tal vez el general más conservador en
el ejército alemán que ocupaba un cargo de cierta importancia y esto lo hacía
no apto para el mando de una fuerza que requería del liderazgo más audaz y
atrevido, y las maniobras más revolucionarias y poco ortodoxas de la guerra
hasta ese momento. En el caso de Hitler, éste nunca tuvo ningún tipo de
educación militar formal más allá de la formación superficial que había recibido
como cabo de un regimiento bávaro de la reserva.
XII. Conclusión
Después de un estudio cuidadoso y
exhaustivo del tema, sólo se puede llegar a una conclusión: La orden de
detención era necesaria para que el debilitamiento del Panzerkorps de Guderian pudiera
ser subsanado. Pero el cese solo debió durar entre doce y veinticuatro horas. Más
allá de veinticuatro horas, la realidad es que existe poca o ninguna
justificación para extender la paralización. Evidentemente, el cese de casi
tres días enteros no parece tener fundamento racional alguno. Este periodo de
tres días de inacción le costó a Alemania la guerra. Por su parte, los británicos
fueron capaces de retirarse a Dunkerque, manteniendo un cordón defensivo en
torno al puerto, y no tardaron en escapar a Inglaterra. Las teorías que
pretenden justificar la orden de cese bajo la premisa de que había que
preservar los tanques o fomentar una futura paz con Inglaterra sencillamente no
tienen sustrato histórico en los hechos, y parecen ser pretextos popularizados
después de los hechos para justificar el error de Hitler. Si a los Panzers se
les hubiera permitido continuar el avance hacia Dunkerque el 24 de mayo 1940,
en lugar de varios días después, los Ejércitos de Gran Bretaña habrían sido destruidos,
lo que hubiera permitido a Alemania e Italia proseguir con su estrategia en el
mediterráneo, viéndose privados los británicos de disponer de los ejércitos
para luchar contra Rommel en África y en Grecia. Egipto habría caído,
presumiblemente Malta también, y los ingleses habrían sido obligados a
abandonar el Mediterráneo. Sin una base en el Mediterráneo, las Islas
Británicas se pudieron haber enfrentado a la creciente amenaza de invasión, mientras que la fuerza de su
armada y fuerza aérea se habrían reducido, junto a su capacidad para hacer la
guerra. Sin las tropas de la Fuerza Expedicionaria Británica en Dunkerque, la
estrategia mediterránea inglesa hubiera fracasado y un regreso al continente
habría sido imposible. En síntesis, de no ser por el error de Rundstedt,
Goering y Hitler en Dunkerque, el resultado de la Segunda Guerra Mundial
hubiera sido sin duda diferente.
Para conocer más/fuentes:
http://forum.axishistory.com/viewtopic.php?f=54&t=75431&start=0
No hay comentarios:
Publicar un comentario